La clave del progreso es caminar hacia la
interculturalidad y, dentro de este recorrido, el
punto determinante es la prevención. Es por ello
que en Málaga se desarrolla el I Plan Transversal por la
convivencia y la prevención de la radicalización violenta,
una guía en la que se plasman las acciones y los
objetivos con los que se lucha contra la radicalización al
amparo del Plan estratégico nacional. “Trabajamos con
las personas para asentar las bases de la convivencia”,
expone Lola Aurioles, jefa de servicio de Derechos
Sociales.
Este Plan Transversal cuenta con un equipo técnico
dirigido por tres profesionales de perfil interdisciplinar
de intervención social, creado específicamente para el
desarrollo de este programa. Marisa Mérida, educadora
social, Malika Mouh, experta en mediación intercultural y
Lola Aguilar, monitora, nos acercan a los primeros pasos
de este Plan que ya lleva un año de andadura. Estas tres
mujeres han sido las encargadas de hacer aterrizar este
Plan en Málaga gracias a la apuesta política local para
trabajar en este ámbito.
Como se puede extraer de la propia denominación
de este documento, “el Plan se dirige a cualquier
tipo de extremismo: social, cultural, conductual,
bandas callejeras...”, expone Marisa Mérida. El
programa focaliza su actividad tanto en la ESO, o
en la Universidad, como en las redes sociales, las
personas usuarias de los centros sociales, las nuevas
personas residentes y las asociaciones. Málaga es
pionera. Como afirma Lola Aurioles: “en relación
a otros planes, la importancia de este, el énfasis
se sitúa en la prevención, en el ámbito social, y no
en el de seguridad”. En este sentido, el programa
cambia el punto de vista y se centra en los grupos
más vulnerables: mujeres, jóvenes, menores no
acompañados y extuelados, inmigrantes y personas
sin hogar. Aunque “no hay un perfil definitivo para
establecer los factores y las causas de la radicalización,
ha variado muchísimo en los últimos años”, explica
Malika Mouh. A lo que Lola Aurioles añade: “los perfiles
que antes aparecían en los medios de comunicación
han cambiado actualmente; las redes sociales influyen y
la juventud es un factor de riesgo”.
En el Plan Transversal de Málaga, la relación entre
jóvenes y redes sociales es uno de los puntos
estratégicos del programa preventivo. Nuestra
ciudad comparte las pautas de otras instituciones
internacionales que trabajan en esta materia. La
propia ONU quiere involucrar a las redes sociales en
la lucha contra el yihadismo, pues le otorga la máxima
relevancia a éstas. El director ejecutivo del Comité
contra el Terrorismo de la organización supranacional
(CTED), Jean-Paul Laborde, exponía ya en 2015 la
importancia de involucrar a la sociedad civil, la empresa
privada y el núcleo de las redes sociales en desarrollar
una estrategia efectiva para combatir el terrorismo.
En esta línea, un estudio de octubre del año pasado
realizado por la Universidad de George Washington concluyó que, tanto Twitter como el resto de redes
sociales, deberían tener en consideración la aplicación
de diversas medidas preventivas que les permitiesen
controlar el surgimiento de nuevos extremistas.
Proteger y concienciar a jóvenes sobre las técnicas de
manipulación que se utilizan desde los grupos violentos
para reclutar, crear redes de activistas para defender
los derechos humanos en la red y desarrollar un léxico
que desvincule el Islam con el terrorismo son varios de
los objetivos incluidos en el Plan Transversal contra la
radicalización.
Las estrategias clave que se han ejecutado en este
primer año de trabajo han estado orientadas a la
colaboración institucional a nivel local e internacional.
La formación para el equipo de profesionales sociales
de los CSSC en materia de prevención contra la
radicalización ha sido una de las prioridades en
este tiempo. Ésta es fundamental para que, desde
los servicios sociales y las asociaciones tengan las
herramientas para detectar posibles casos de personas
radicalizadas o susceptibles de serlo.
Los planes de lucha contra la radicalización en Europa
están poniendo el foco en el entorno de las personas
vulnerables. Las mujeres son un colectivo determinante
a tener en cuenta en el trabajo de prevención, pues,
según Marisa Mérida “las mujeres son el soporte
ideológico y un papel prioritario en la familia”. En el
mundo han surgido diferentes iniciativas que han unido
a madres de jóvenes que se incorporaron a los grupos
de combatientes del autodenominado Estado Islámico.
La ONG austriaca Mujeres sin Fronteras, una de las
impulsoras del proyecto Escuela de madres, es uno
de los ejemplos más importantes. En este reportaje
del Huffington Post se relata la experiencia de estas
personas y su trabajo divulgativo.
La igualdad de género y la promoción de la mujer están
muy vinculadas a este programa. Desde el Área de
Derechos Sociales se está trabajando especialmente
para fomentar el papel de las mujeres musulmanas en
la participación y el liderazgo, a través de talleres de
capacitación sobre la prevención del radicalismo en
jóvenes y charlas formativas sobre salud, educación,
derechos familiares, recursos sociales... En la lucha
contra la radicalización, el empoderamiento de
las mujeres, su posición como pilar para la buena
convivencia, las convierte en un referente moral de la
sociedad.
No han existido planes contra la radicalización hasta
2005, aunque los programas de prevención comenzaron
en 1995. “No ha habido planes específicos pero se
aborda el tema en todos los de prevención social”,
afirma Lola Aurioles. El actual tiene vigencia hasta
2020. Hasta hoy, de las 245 medidas planteadas,
se han implementado 82. En la actualidad se siguen
desarrollando los protocolos y las herramientas para
seguir avanzando en él. Este Plan, como la mayoría
de este tipo, no es un documento estático, cerrado.
La sociedad cambiante de hoy en día exige redefinir
constantemente las actuaciones, por lo que en el
futuro se redactarán nuevos planes, más si cabe si los
casos de violencia de carácter extremista se siguen
reproduciendo en las ciudades. La pluralidad y la
convivencia histórica entre las diferentes culturas en
la ciudad favorece el camino hacia la interculturalidad;
unas coordenadas en las que la cohesión social sea una
constante y se reproduzca generación tras generación.
Reportaje realizado como periodista del Ayuntamiento de Málaga y publicado en el Boletín Informativo de Derechos sociales
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